El año está llegando a su fin y, si bien ha sido muy diferente a lo esperado, este es el momento perfecto para reflexionar sobre todas las lecciones que hemos aprendido y las experiencias que hemos adquirido.

 

Recientemente tuve la oportunidad de visitar Cúcuta, la ciudad fronteriza entre Colombia y Venezuela. Allí, tuve la oportunidad de presenciar de primera mano la difícil situación de los migrantes venezolanos que caminan miles de kilómetros en busca de mejores condiciones de vida. Ellos son el rostro de la pandemia de COVID-19 en muchos países: sus luchas no cesan, solo empeoran.

 

Nuestra alianza estratégica con la Fundación Venezolanos en Cúcuta (FUNVECUC), que se hizo oficial recientemente, es un paso fundamental para expandir nuestra respuesta en la región. La ubicación táctica de FUNVECUC está a solo 400 metros del principal punto de tránsito de los migrantes: el puente internacional Simón Bolívar, lo que garantiza que podamos brindar alimentos y servicios integrales a los migrantes, incluida la prevención, educación y el tratamiento del VIH.

 

Nuestra experiencia ha demostrado que somos exitosos en brindar soluciones innovadoras y responder a situaciones complejas. Ahora, gracias a nuestra presencia más fuerte en la región, podremos mejorar el bienestar de cientos de miles de refugiados y migrantes en Colombia. En cooperación con las agencias de la ONU y otras organizaciones, nuestro objetivo es seguir impulsando un cambio en la agenda global, aumentando el enfoque y el apoyo a la crisis humanitaria en la región.

 

Para mí, este año nos ha recordado un principio básico en la vida: adaptarnos y superarnos. Seguimos expandiendo nuestros proyectos en República Dominicana, Perú, Panamá y NYC; y espero que el mayor sentido de responsabilidad social que ha surgido este año continúe acompañándonos durante todo el año que viene. ¡Gracias a todos por ser parte de esta organización que cambia vidas!

 

Saludos,